En la villa
Acá se aprende a leer la oscuridad.
No hay tempranos ni tardes
y el viento viaja sin caricias
por los pasillos eternos de mala cara.
Acá son pocos los que aun
mal andan erguidos
en algún sueño menor,
los que aun van esperando
que amanezca el largo oscurecer.
Acá hay pájaros plumas de petróleo,
aleteando tras ningún futuro,
y el presente se escurre,
se escurre,
acá.
lunes, agosto 10, 2009
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