domingo, agosto 30, 2009

Sueñitos: una utopía

Sueñitos comporta una suma intensa de alegrías que—en mi parecer—, exceden su razón de ser como jardín maternal inserto en un barrio de extrema pobreza. Me refiero, por ejemplo—y por cierto, con mucha alegría—a Sueñitos como otro signo que permite la constatación de que las utopías no son, ni mucho menos, aquello irrealizable ni el sitio abstracto e idealizado al cual nos es vedado acceder. Erran quienes piensan de tal modo, pues utopía es ciertamente lo que aun no hemos realizado. Ocurre que se nos ha dicho, en nombre y a favor de las aritméticas adueñadas del mundo, que las eutopías no existen, que sólo son ilusiones, el lugar quimérico al que jamás llegaremos, algo infantil e idílico que contrasta con las lógicas impasibles que rigen la realidad. Jamás creí en ello, he sido toda la vida un utópico, incluso reniego de esa sentencia tan recurrente que reduce toda utopía a una mera zanahoria puesta allá adelante: eso de que la utopía sólo sirve para caminar, o sea, caminar a sabiendas que los sueños se componen de materiales ilusorios, que nunca llegaremos a ninguna realización, cambio, modificación, lugar. Definiciones de ese tipo están al servicio de nuestra domesticación, nuestra inoperancia, quietud, y contribuyen a legitimar la claudicación ante toda alternativa de trastocar este mundo injusto en un escenario más emparentado con la bondad y la solidaridad, con la promoción genuina e integral de lo humano. Prefiero, aunque suene cursi, creer que si podemos soñarlo, podemos hacerlo. La ecuación no es tan ardua ni compleja, tiene que ver con nuestro deseo, nuestras reales perspectivas, nuestros valores y nuestros propósitos. Dicho de otro modo, tiene que ver con el rumbo y el sentido que queramos imprimirle a nuestra existencia. “Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”, lo dijo Martin Luther King, estoy absolutamente de acuerdo, pues la respuesta personal al interrogante acerca de qué es en realidad la vida está dada en el modo en que vivimos. Nunca en el mundo hubo tanta necesidad, tanta injusticia y desigualdad. Más de mil millones de personas en el mundo, uno de cada seis habitantes, están desnutridos y no tiene qué comer. Hay tanto, entonces, por hacer, tanto por soñar, porque no sólo aún es posible sino que es preciso soñar. Hace unos meses visitó Sueñitos una profesional de la educación con un cargo en el Gobierno de la Ciudad, estuvo toda una tarde, al día siguiente nos envió por e-mail un informe, en una estrofa del mismo decía: ahí se respira la utopía. Quienes hacemos Sueñitos sencillamente vimos una necesidad, soñamos una alternativa, edificamos un proyecto, el resultado es Sueñitos como jardín maternal. Esto es, lo estamos edificando día a día, cada uno, muchos, en roles distintos, juntos, en cada bienvenida, abrazo, palabra, beso, pañal cambiado, caricia, plato de comida servido, juego, en el cálido hasta mañana de todos los días. Bueno, claro, es que se trata de una utopía, o sea, de una fascinante realidad realizada que debe seguir siendo realizada cada día.

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